Liberalismo y Populismo en América Latina con Antonella Marty
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No es secreto que los Estados han buscado los mecanismo para aumentar su poder y perpetuarlo frente a las libertades y derechos de las personas. Al punto que han buscado los mecanismo para tratar de persuadirnos con excusas baratas y frases como “el estado te cuida” o “el estado se encargará de..” recordemos que el populismos tiene ese impulso totalitario de borrar los límites entre individuo y comunidad, política y religión. Su avance actual es una pésima noticia en una región donde la democracia siempre ha sido endeble.
Ahora con esto en mente planteamos la mesa redonda sobre el populismo y el liberalismo, enfocado en América Latina, una zona con una enorme capacidad para llegar al desarrollo, pero también muy golpeada por las injusticias producidas por los gobiernos. Algo que sin lugar a dudas golpea fuertemente las garantías de las más de 650 millones de personas que viven en este subcontinente
Dicen que el populismo lo podemos encontrar en todas partes, pero América Latina es su edén. Basta con analizar los gobernantes de los 20 países para darnos cuenta que más de la mitad, cuentan con gobiernos completamente populista, pero para hacer la lista corta los casos más notables con El Salvador, Argentina, Venezuela, Nicaragua, Venezuela y Ecuador.
Si bien Costa Rica, encaja perfectamente dentro de este grupo, todavía estamos un poco lejos comparado a estos países. En una reciente entrega del New York Times desgrana como América Latina es sometida a los intereses de una élite gobernante. Es que el populismo de América Latina expresa en la era de las masas la visión orgánica del mundo que la forjó en la época colonial dominada por lo sagrado. Su relato repite siempre el mismo patrón: érase una vez un pueblo que vivía en paz y armonía pero cuya unidad se desmoronó a causa de una élite corrupta. No cualquier pueblo, sino el pueblo elegido de los pobres, los últimos, los nadie a la espera de un Mesías que los redima, de una figura paterna a la que, por tanto, se le coloca en un pedestal de superioridad moral.
Todo esto deriva en una pérdida de garantías, de las personas que buscan que su mesías los salve de la pobreza y la desdicha. Ceden las libertades individuales a cambio de un cheque mensual que no les alcanza para cubrir ni las necesidades básicas, o ceden su libertad económica a cambio de un monopolio en salud o educación con un servicio deficiente y enorme burocracia. Al final, el daño no es solo actual sino que se vuelve un círculo vicioso donde los gobernantes que buscan perpetuarse tratan de continuar sus políticas asistencialistas a cambio de votos, pero siempre manteniendo a las personas como esclavos o siervos menguados.
Como dijo Thomas Jefferson, el precio de la libertad es su eterna vigilancia, y como personas que creen en la libertad individual y por ende en el liberalismo, no nos podemos hacer los de la vista gorda cuando hay fuertes amenazas de populismo, porque justamente este viene acompañado más poder para los gobernantes y menos libertades para los individuos.
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